DE VUELTA EN OCTUBRE.


Llevo días tratando de dar forma a las cosas que dan vueltas en mi cabeza. 
Y no está siendo fácil. 
Volver a publicar en este formato era algo que me apetecía mucho. Quizá en este momento no sea lo más popular ni lo más utilizado ni tampoco lo más habitual pero a mí me apetecía y, de un tiempo a esta parte, me doy cuenta que apostar por las cosas en las que uno cree es siempre la mejor forma de ser feliz con independencia de todo lo demás. Y con ese todo me refiero a la atmósfera que nos rodea, familia, amigos, lo que está de moda y lo que no, tendencias, gustos personales... la vida en su generalidad.
Atreverse con proyectos nuevos a estas alturas quizá sea una idea digna de kamikazes, no lo sé, pero sí sé una cosa y es que cuando comencé a publicar, hace ya casi diez años, cuando el mundo de los blogs estaba en plena ebullición y el de las redes sociales -con Facebook a la cabeza- comenzaba a despuntar, tenía la sensación -la misma que hoy continúo teniendo-, que algo me falta en este mundo tan etéreo en el que me muevo y que no logro identificar exactamente que es, aunque sí sé lo que no es.
El mundo de las redes sociales es peligroso pero no entendiendo la palabra "peligro" como una amenaza directa que nos ataca justo en este momento; yo diría más bien que se trata de una amenaza que socava, que va poco a poco tejiendo un hilo de tela de araña que nos atrapa y nos incita a comportamientos que, posiblemente sin ellas, no serían tan extremos.
Durante estos últimos diez/quince años, las personas hemos tenido que aprender a vivir con cosas que antes desconocíamos y que, ahora mismo, son capaces de hacernos flaquear: videojuegos, aplicaciones de tiendas online o comercio low cost a gran escala y al amparo de todo ello han ido naciendo, cual setas, esos subtipos inclasificables entre vendedores de medio pelo de programas de teletienda que, igual que te venden un colchón te venden también un producto de limpieza o de peluquería o un vestido o unos zapatos, y contadores infumables de una vida íntima de seres anónimos que, sorprendentemente, no sólo nos interesa sino que consumimos por capítulos. 
Desgraciadamente, desde el mundo antiguo, todo está inventado. Quizá lo podamos disfrazar con otras palabras o darle otra estructura pero a estas alturas de partido, ya poco o nada de lo que vemos o escuchamos nos sorprende y/o es novedoso.
Dicho así, todo ésto podría tener hasta cierta gracia. El problema viene cuando creemos que lo que vemos es real al 100% todo el tiempo y somatizamos como normal y lógico lo que no es. La falta de esfuerzo para conseguir las cosas, por ejemplo, como una de las principales. También la total de incapacidad para hacer frente a la frustración; una sensación muy humana y complicada de gestionar, que requiere un plus que no todo el mundo está preparado para hacer frente. 
Por eso nos deslumbran los viajes y la ropa y las casas y esas familias perfectas con niños perfectos en colegios perfectos con vacaciones perfectas .... y lo damos por bueno. Y lo convertimos en ídolo. Un ídolo un poco "fake", todo sea dicho de paso, porque a la vez que lo adoramos también lo envidiamos y comenzamos a gestar interiormente una sensación negativa que oscila entre querer y odiar y en la que nuestra propia opinión se desvanece entre lo que nos gusta, lo que desearíamos, lo que envidiamos y lo que detestamos.
Diez años al otro lado de la pantalla han dado para mucho, también para analizar toda esta serie de cosas que, en la gran parte de las ocasiones, me han saturado mucho pero sobre todo, me dan defraudado y me han cansado.
Vuelvo a publicar en el blog porque en este momento tan complejo que vivimos necesito un respiro de belleza, de ver lo que me gusta y de hacerlo como me gusta. Sé que no será del agrado de todo el mundo, tampoco lo pretendo, pero también sé que la mejor manera de ser inequívocamente yo misma es hacer las cosas tal y como las siento, sin plantearme más.
Quiero pensar que volver al inicio no es sólo para repetir lo anterior sino para mejorar y aprender y poder compartirlo juntos. 
Volveremos a hablar de moda y de decoración, que tanto nos gusta, pero también del día a día, de las cosas que nos preocupan, de viajes, de libros, de inspiración pero en un formato más relajado que en Facebook o Instagram, concebido más para pasar un rato juntos y leernos relajadamente, cuando sea posible, sin exigencias. 
"Un momento para mi" no fue concebido como un simple lugar en este mundo de internet sino más bien como un estilo de vida, aunque pueda sonar un poco pedante, porque todos, en algún momento, necesitamos de ese momento para nosotros, ese momento de intimidad en el que ser nosotros mismos, sin más.

No os podéis imaginar la alegría que me da estar aquí de nuevo.
La mejor manera de comenzar Octubre, sin duda.
Gracias por leerme y por estar.

Isabel.

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